Se nos pegaron las sábanas, again. A las 7:30 se estaba muy bien dentro del saco. Un silencio… y un fresquito…
Mammouth Cave National Park es el sueño del aficionado a la espeleología. Prácticamente todo el Estado de Kentucky esta’ horadado por cuevas. A pocas millas del camping donde pernoctamos, en el mismo parque nacional, se encuentran las Diamond Caverns. Atractivo nombre, así que nos acercamos. Como todo negocio gringo que se precie, la tienda de regalos está muy bien surtida y en ella te hacen esperar el siguiente turno de visitas a la cueva, que fue a las 9:30.
Brett, un chaval de 22 años, era nuestro guía. Éramos un grupo de 15 personas, y en la cueva, el chico desgrano’ su bien aprendida letanía de historias, juegos de palabras, dejarnos a oscuras (ooooooh, los gringos), encender luces aquí y allá, todo el rollo. Es sorprendente el culture shock. Brett ilumina unas espectaculares estalagmitas y pregunta: ¿Qué les parece estooooo?” Nosotros pensamos en tres sepias una encima de otra, pero los demás turistas gritaron al unísono: “three ice creams!” (¡tres helados!) A lo que el guía asintió: “¡Sí, señores! ¡Tres helados tamaño Texas!”
Como tejanos adoptivos, nos quedamos sorprendidos. El tamaño King size se considera Texas size o Texas style, entre los no tejanos. De hecho, le corresponde en justicia.La interestatal 75 se pierde en Michigan, por lo que, si queríamos ver el lago Erie, la mejor opción era seguir escopeteados otras 200 y pico millas hacia Dayton-Lima-Findlay-Toledo, OH. Y tan escopeteados, como que nos liamos en el periférico de Toledo y enganchamos para Detroit… ¡da media vuelta en cuanto puedas! Si, pudimos rectificar. A las 6:30 de la tarde buscábamos el puerto de Toledo, en la Bahia de Maumee. No fue posible aparcar en el Harbor (los puertos son considerados zonas estratégicas, y si te ven con una cámara, tienes que dar demasiadas explicaciones) y desistimos.
Mirando el mapa, decidimos seguir por la carretera local 2, que corre paralela al lago Erie, y ya veríamos si podríamos parar en algún lado. La oportunidad apareció media hora después, en Cedar Point. Por primera vez veíamos el lago Erie.
Era el lago Erie, sí, pero en un puerto turístico bastante abigarrado. Muy domesticado estaba eso. Mucha lancha fuera borda, mucha barbacoa y mucha radio a toda pastilla. Sigamos por la local 2.
Por cierto, en los alrededores hay chiringuitos donde some fine folks venden fruta ecológica…
Son las 8:15 de la tarde. ¿Seguimos? Si, por que no. Seguimos por la local 6, bordeando Erie, hacia Cleveland. Entramos en el periférico de Cleveland a las 9:31. Ya es noche total. Evidentemente no va a haber un camping en pleno centro de la capital de Ohio. No hay otra opción, seguir tirando millas para adelante, al Este, al Este…
Esta es Cleveland,Ohio, por su periférico, desde el coche:
Al ser noche cerrada, saltamos del periférico de Cleveland a la interestatal 90, que también corre pararela al lago Erie, hacia Pennsylvania. Salimos del Estado de Ohio a las 11 y cuarto de la noche, entrando en Pennsylvania. El cansancio ya se hace notar. Nuestra idea era llegar a una ciudad de Pennsylvania que se llama precisamente Erie, a la que las guías de viajes alaban por sus paisajes y la espectacular península y parque nacional de Presque. Era cuestión de aguantar 50 millas más. Vengaaaa….
Era un camping de casas móviles, esas grandotas que te las traen con un tráiler y te las plantan donde les dices. Nos daba igual. Todo el mundo dormía, no había vigilancia. Aparcamos alejados, para no molestar. Sacamos el saco, y a dormir, al lado del coche, con las estrellas sobre la cabeza. No hubo tiempo de regodearse con ellas. Era la 1:31 de la madrugada, tras 693 millas. Al minuto, dormíamos.
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